El huerto de los cantares
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<<A la luna y bajo el sol...>>
Literatura popular es toda aquella creación literaria que el pueblo acoge y hace suya porque ha surgido en sintonía con su sensibilidad.
Dentro de esta literatura, mantiene la jota en la canción un puesto de vanguardia tradicional.
Creadores de la canción popular han sido lo mismo grandes autores de todos los siglos, como Lope de Vega y García Lorca, que otros anónimos en número abundantísimo.
Y es interesante constatar que en profundidad poética y figuras de dicción alcanzan parecido grado y calidad cuando componen sus estrofas cantables populares.
Todos buscan la misma delicadeza estética y elegancia espiritual.
En los campos de Andosilla va componiendo Antero Monasterio decenas de jotas cada semana mientras impulsa, como buen pastor el rendimiento de sus propias ovejas, en busca de los pastos apropiados para el mejor gusto de su carne, leche y queso. Le acompañan su ingenio, su instrucción general de autodidacta y, ya de mayor, su radiotransistor inseparable.
Al cabo de los meses, de entre sus cientos de jotas, él mismo termina ofreciendo habitualmente unas pocas, las más representativas. Como hay en cualquier ciudad y pueblo de Navarra muchos Antero, desde el alcalde, el médico o el vicario, hasta el estudiante, el camionero o el labrador, estas creaciones terminan pronto formando un auténtico tesoro que se une a las creaciones igualmente populares de los autores de renombre en la Literatura.
Todos ellos son doctores en esta poesía, en la que un titulado en sánscrito puede reconocerse un auténtico profano; aunque, por ser pueblo y no plebe ni masa, todos se respetan mutuamente y se admiran desde sus propios campos.
La jota abarca muchas regiones de España, manteniendo siempre sus propios viveros. Así lo reconocían antiguamente en Aragón:
Para cantar bien la jota
hace falta que el jotero
sea de las Cinco Villas
o la ribera del Ebro.
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Todos los navarros, madre,
cantan la jota navarra:
y yo como aragonés
canto la zaragozana.
Y las tierras del Ebro fueron para la jota, desde hace generaciones una fuente siempre manante:
Si mi madre fuera mora
y yo nacido en Argel,
renegara de Mahoma
solo por venirte a ver.
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Mi espejo de cuerpo entero
no hagas de los hombres caso,
aunque te llamen lucero
soy y luna y cielo raso.
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En el campo labrador
bendita flor de la harina;
bendito Nuestro Señor
que está en la Hostia Divina.
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Al Creador yo le pido
que pronto esposos seamos;
junto a El esposos fieles,
una eternidad de años.
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De ladrón yo nada sé
y el corregidor me llama;
me acumulan que robé
el corazón de una dama.
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Canta tú y cantaré yo,
pajarico en rama verde;
a la luna y bajo el sol
cante quien amores tiene.
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Le pregunté a tu vecino
y me dijo: mozo, vete;
que otro le ronda la puerta
más a gusto de su gente.
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Para casarme contigo
dicen que falta dinero;
yo me venderé por ti
a voces de pregonero.
Así fue surgiendo y enriqueciéndose la jota en una feliz fusión de la maestría de hombres cultos y ocultos. Ya lo recordaron versos añejos:
Una jota necesita,
Para que la cante el pueblo,
Sencillez, facilidad
elegancia y sentimiento. ..
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SOLERA DE LA JOTA
Baile y canto, la jota es de gran arraigo popular en muchas regiones de
la península, que la consideran suya desde su origen mismo.
Ya el año 950 las Glosas Silenses hablan del sotar (jotar), como nombre
general de la danza airosa. Igualmente, poco después, el Libro de Alexandre,
General Estoria y Crónica General. También el libro de Cantares del
Arcipreste de Hita, por los años de 1330 y «La pícara Justina» en el siglo
XVI ...
Personalizada, ante otros ritmos, en los siglos XVII y XVIII, se hace
historia y vida a fines del 1700 y comienzos del 1800. Y destaca en el
mundo musical, enriquecida y en evolución, durante los siglos XIX, XX.
El aire vivo de su compás ternario, las sugestivas variaciones melódicas
de sus instrumentos y los estilos vibrantes de la voz de sus joteros le han
dado siempre un gran atractivo y renombre.
ORIGEN
En la obra de Friedrich Herzfeld, Tzi y la mzisica, presentada por el gran
musicólogo José Subirá, se titula la Jota «canto y baile originario de
Aragón y de la Ribera navarra, que se difundió con variantes por toda
España. ..
Sin embargo habría que precisar que, tan originaria como la de la
Ribera, lo es de valles montañeses navarros como el de Roncal con su
jotero Julián Gayarre ... Y como suya la sienten la Rioja, Valencia, Murcia,
Castilla, León, Extremadura, Baleares y muchas otras latitudes, de Asturias
a Tortosa, y de las romerías gallegas y vascas a las malagueñas.
Con ufanía proclaman en las tierras del Ebro: «Un navarrico, en la
(Ribera, el primero, la cantó ...» «La Rioja, Navarra y Aragón, con la jota
por bandera, qué bonitas son ... » «La jota nació en Valencia, y se crió en
Aragón; y en Navarra se le dio, sentimiento y corazón ... » Y lo mismo
repiten Menorca y el Bierzo, Segovia y Badajoz y tantas comarcas más ...
La jota se encontrará como en su casa en Canarias, crisol de pueblos, y
se llamará también isa, saltando e izando su alegría.
La jota mantuvo gran vinculación anímica con el fandango, la seguidilla,
el bolero, la ranchera ..., y otras canciones hispanas de ambos continentes.
De la mano con la jota anduvieron siempre los romances y las canciones de
ronda, villancios y auroras, peuet y punsonet, mayo y ruada, gozos y
arranques ... Un gran escenario y un público entusiasta encontrará la jota en
la zarzuela, género eminentemente español.
La incidencia enriquecedora de las más diversas culturas y razas en las
regiones de la jota puede dar pie a encontrar en ella los más variados ecos
seculares y aun milenarios.
GRAFIA
De tradición oral plena y el más amplio eco popular, la jota no precisó
habitualmente de partituras escritas.
Por su especial dificultad, no extraña que haya conservado el archivo de
Santa María del Pilar de Zaragoza una jota villancico de 1666, a doce voces
divididas en tres coros, el tercero con bajoncillos y bajón, el primero con
arpa y los tres con órgano, obra de Don José Ruiz de Samaniego, maestro
de Capilla del Pilar, en honor de Santa María del Pilar: «De esplendor se
doran los aires y el cristal del Ebro se argenta, que a media noche, un sol su
curso empieza.. .
Sólo requieren orientación quienes desconocen un camino. Los que
han vivido la jota por tradición oral no precisaban partituras ni conocida
instrucción de música sobre ella. Eso sí, ya un manuscrito de fines del 1600
y comienzos del 1700, utilizado en Avila, reservará dos folios, 25 y 26,
para la jota y un instrumento no tan frecuente en ella. Cifras de arpa, es su
título y se conserva en la Biblioteca nacional, signatura M 816.
También se grafiarán para las compañías de teatro.las tonadas nuevas de
jota en el gran siglo de la tonadilla, el XVIII. Así la de Los ciegos; jota con
estribillo; o la del sainete Los bailes de Lavapiés.
JOTA Y TONADILLA
Dos grandes compañías rotaban en el siglo XVIII por los escenarios
madrileños. Para el cargo recién instraurado de «músico compositor», cada
una elige un maestro. Los dos escogidos son el catalán Pablo Esteve y el
navarro Blas de la Serna. Sus manuscritos se guardan en la Biblioteca
Municipal de la capital de España.
Las jotas para sainetes del maestro Esteve (1799) han sido estudiadas
por el investigador José Subirá.
Blas de la Serna y de Nieva, el maestro corellano, llegará a escribir 868
obras musicales: 64 sainetes, 109 comedias, varias óperas y 600 tonadillas,
hasta ser llamado en aquella edad de oro de la tonadilla el gran tonadillero
y «el último tonadillera», imaginando que nadie le iba a poder superar en
esta canción tan española.
Zarzuelas suyas de gran aliento llevan por nombre La gitanilla por amor,
El premio de la constancia, y El Fígaro, nombre éste tan familiar en otra
figura literaria de gran vinculación con Corella, Mariano José de Larra.
De sus tres hijos, Micaela, Juan Paulino y Eugenio, la mayor, Micaela,
empleada del teatro de la Cruz, llegará a sostener en sus brazos en la pila
bautismal a Francisco Asenjo Barbieri, el gran compositor romántico, y
formarle en su fe cristiana y en su devoción.
Coetáneo de Blas de la Serna es el tudelano Pedro Aranaz, y también
escribe tonadillas escénicas. Sucesores suyos serán en la ópera Hilarión
Eslava, de Burlada, y Pascua1 Emilio Arrieta, de Puente la Reina. Y en la
zarzuela grande seguirán, con Arrieta, el tudelano Joaquín Gaztambide,
autor de Los Magiares y de Catalina, y su amigo Cristóbal Oudrid, crador
de una gran trilogía, crisol de la jota popular del Ebro: El sitio de Zaragoza;
El molinero de Subiza y El postillón de la Rioja ...
ORAL Y ANONIMA
El gran manantial oculto de la jota ha sido siempre su tradición oral,
espontánea y permanente, sin ayuda de grafías.
A la melodía de esta creación anónima se le seguirá llamando tonada,
aplicando la palabra tonadilla de jota a la de clásicos autores del teatro.
;La que más con menos!, exclama el público al oírla cantar; la que más
dice, con menos versos.
La jota es una expresión lírica personalísima de los más hondos
sentimientos humanos y de las más fuertes convicciones y vivencias; Fe y
amor, trabajo y fiesta, patria y heroísmo ...
En las regiones de la jota, ha habido siempre tantas escuelas de esta
expresión como familias joteras y rondallas por sus calles.
Basta con cuatro versos, generalmente octosílabos y con rima par
asonante. Se comenzará por el segundo; y ya el oído de todos atento, se
escucha el mensaje vital de los cuatro versos; para terminar la melodía
vibrante, repitiendo el último verso y el primero. Esta repetición era
sustituída en algunos troveros por la adición de uno o dos versos.
. Estos troveros anónimos componen sus estrofas por centenares con
inspiración y primor, ingenio y grandeza de alma; conscientes del talento
que han recibido para entregarlo, de corazón y con el corazón, a los demás.
La música de la jota fue siempre preferentemente el soporte popular de
muchas letras variables según la fiesta o la ocasión, de muchas estrofas
distintas como las de los trovos y troveros.
En todo solar de la jota ha habido troveros, con ese nombre o sin él.
Cada comarca guardaba oralmente para dentro de casa los nombres de
estos creadores, anónimos para los demás. Y sólo algunos de sus trovos
más selectos quedaban como jotas para siempre.
BAILE DE FIESTA
Para bailar la jota bastó siempre una pareja con garbo; pero luce más,
bailada conjuntamente por decenas de ellas.
Le gustó saber a fiesta popular religiosa de la mayor pureza y elevación.
Su compás de tres por ocho o seis por ocho, y ocasionalmente de seis por
cuatro, su gracia y su alegría, prefirieron siempre el sol y el aire, la gozosa
corona del pueblo espectador y la explanada de la ermita o del templo
parroquial. «Con sus torres y gentes, que amor sueñan y cantan; con sus
bailes y brisa, que moza y mozo aclaran...».
Los padres de familia y los predicadores la elogiaban ante la juventud,
frente a algunos bailes excesivamente «agarrados», que ellos preveían
enemigos peligrosos del alma y de su jota.
Ya el Arcipreste de Hita, ponía como instrumentos para sotar (jotar) la
vihuela de arco, sinfonía, guitarra hispana (no la arábiga), albogues, bandurria,
caramillo y zampoña, cítola (cítara) y odrecillo (gaita) y el corpudo
laúd ... Pero también son de la jota acordeón y piano, panderetas y
zambomba, triángulo y castañuelas, banda y gran orquesta.
La guitarra irá siempre inseparable de la jota, como manifiesta en 1705
el manuscrito de la Biblioteca Nacional Libro de diferentes cifras de guitarra.
Cada pareja cara a cara, como su nobleza, y todas en círculo, como su
amistad, bailan con la jota su alegría, saltando ágilmente, a veces con
castañuelas en los dedos o con los mismos dedos como castañuelas.
HERMANDAD Y AMPLIO ECO
Algunas veces, una misma melodía, al ser asimilada en diversos ambientes,
se diversifica personalizada y hecha a todos, riojana en Calahorra,
burgalesa en Briviesca, tortosina junto al delta del Ebro.
Con solera y fuerza salvadora, cada región mantiene perenne su modo
propio, que lo siente dentro. «Los navarricos llevamos la jota en el
corazón; no hcly que dejarla morir, que viene de tradición».
Joteras son llamadas las melodías más características del sotar. Y
chouteras eran llamadas en gallego diversas melodías del sotar, como señala
en 1618 Pedro de Herrera.
Con lenguaje romance pintoresco había dicho la doncella Teodor en el
siglo XIII: «aprendí tañer laúd y cannon y las treinta y tres trovas ... y
aprendí bailar y sotar y cantar...».
Al difundirse los medios de comunicación, el anonimato tradicional de
troveros y joteros termina; y se transmiten muchos nombres, ampliamente
conocidos en España y más allá de fronteras y mares.
La solera de la jota y su despliegue posterior, prosigue en los siglos
XIX y XX, como queda ampliado en los temas La jota y sus fases, Jota y
romance, Rondallas de antaño, Solera de la jota, Presencia de la jota, El Ruiseñor
Navarro, Raimundo Lanas romance vivo, La jota literatura popular ... (Colección
Navarra, Diputación Foral, Pamplona).
Y LA JOTA, CANTO Y BAILE, VA A MAS
Unas regiones, como Aragón, destacan preferentemente por el baile;
otras, como Navarra, por el canto y su variada creación continua, incrementada
en ocasiones con temas propios, al modo de las estampas de
Sanfermines y Javieradas o las jotas villancico.. .
Y esta solera de la jota ha tenido eco universal en trovadores y
músicos, como espejo de España; desde Glinka y Saint-Saens a Balakiref.
Listz utiliza la jota en las variaciones de su rapsodia hispánica. Como algo
básico la adopta Chabrier igualmente en su rapsodia España. Y Raoul
Laparrá llegará a crear una ópera titulada La jota.
«NAVARRA Y RIOJA HE CORRIDO ... »
De padres a hijos se ha transmitido, decenios tras decenios, una intimidad poética sabiamente cantada.
Pregunté si estabas libre
porque tu gracia me lleva;
preguntar nunca es error
cuando es sabia la respuesta.
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Como la mejor señal,
dame la mano derecha,
la que me tienes que dar
ante el altar de la iglesia.
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Me dices que no me quieres
y es mentira, que me engañas;
que estoy leyendo en tus ojos
lo que me quiere tu alma.
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Tú sola, mi navarrica,
reinas en mi corazón;
si yo reinara en el tuyo,
qué feliz sería yo.
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Como el tronco que se quema
en el calor del verano,
tengo yo mi corazón
si te veo y no te hablo.
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Cuando te ronde, abrirás
las ventanas del balcón;
y yo te abriré gozoso
las puertas del corazón.
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El corazón te daré;
también te daré la vida;
el alma no puede ser
porque la debo y no es mía.
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Cuándo querrá Dios del cielo
y la Virgen de la Oliva
que pueda yo de tu mano
decir «esta prenda es mía».
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¡Qué resalada serás!
la sal se te va cayendo;
siempre marcharé detrás
para irla recogiendo.
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Navarra y Rioja he corrido
Aragón y Cataluña,
y no he podido encontrar
carita como la tuya.
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Tengo un dolor no sé dónde,
que viene de no sé qué;
se curará no se cuándo,
si lo cura quien yo sé.
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Tienes, mi bien, unos ojos
que con sólo mirar matan;
pero con tal que me mires
mátame, prenda del alma.
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El primer amor que tuve
se llevó mi corazón;
no hay amor como el primero,
para llevar lo mejor.
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Piensan que no nos queremos
porque no nos ven hablar;
a tu corazón y al mío
se lo pueden preguntar.
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La manzana en el invierno
tiene el corazón helado;
así está mi corazón
si te veo y no te hablo.
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Será para mí tu mano
como el óleo de la Unción;
al amarte y no tenerla
se muere mi corazón.
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Agua menudica llueve
y repican las canales;
ábreme la puerta, cielo,
que soy aquél que tú sabes.
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Quisiera ser, a tu puerta,
cristal claro en tu pendiente,
para decirte al oído
todo lo que el pecho siente.
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Maestra del buen querer,
no sé y habrás de enseñarme;
que es obra de caridad
enseñar al que no sabe.
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Con tus ojos y tu cuello,
morena, me cautivaste;
átame ya con tu pelo
hasta que venga el rescate.
CON EL ESTRIBILLO Y SU VUELTA
El estribillo tradicional en las estampas de jota, puede venir antes de
ellas como introducción o después de ellas como comentario. En su vuelta
repite el cuarto verso con adición de dos sílabas, casi siempre exclamativas:
madre, guapa ...; y seguidamente el primero y el segundo. Con ello llega a
los ocho versos:
Al estribillo, jotas,
Al estribillo;
Que no hay chocolatera
Sin molinillo.
Sin molinillo, madre,
Sin molinillo,
Al estribillo, jotas,
Al estribillo.
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A qué van a la plaza
Tantos mirones,
Si bailan ellas solas
Por falta de hombres.
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La vecina de enfrente
Mira tu casa;
Pero no ve la suya
Que se le abrasa.
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A esa que está bailando
Que' le echen rosas;
Porque se lo merece
Por buena moza.
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Dame un poquito de agua
Fresca o caliente;
No por la sed que tengo
Sino por verte.
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No me quiere tu madre
Porque soy pobre;
Más pobre es la cigüeña
Y está en la torre.
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Lleva la tabernera
Pendientes de oro;
El agua de la fuente
lo paga todo.
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Si buscas que te quieran,
Trae doblones;
Que es moneda que alegra
Los corazones.
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En la plaza del baile
Todos son guapos;
Y llegadas las quintas
Cojos y mancos.
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Para cuestas arriba
Quiero mi burro
Que las cuestas abajo
Yo me las subo.
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El que enferma de amores
Sin calentura,
Que vaya a la parroquia,
Que el Cura cura.
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La mujer que no cena
Con su marido
Lo mejor del puchero
Ya se ha comido.
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Con esta jota y otra
Se acaba el baile
Por la puerta, señores,
Se va a la calle.
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La mujer pequeñita
Es un regalo;
Vale más poco y bueno
Que mucho y malo.
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Hay gatos que callando
Comen pichones,
Y otros que mayando
No ven ratones.
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Cuando llega octubre y otros meses de especial tradición piadosa, el mismo estribillo resuena con diversas melodías en el ambiente popular:
Labrador perezoso,
Vístete aprisa;
Que después del rosario
Viene la misa.
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Los que van al rosario
No pasan frío;
Que la Virgen María
Les da su abrigo.
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Mi morena parece
Cuando va a misa
Pajarico de nieve
Que anda y no pisa.
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Una moza bonita
Vive en mi barrio
Que hasta el agua bendita
Toma con garbo.
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San Antonio glorioso,
Tres cosas pido:
Salvación y dinero
Y un buen marido.
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Si quieres que el dinero
Nunca te falte,
El primero que tengas
Nunca lo gastes.
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Por la Virgen de agosto
Pintan las uvas;
Para la de septiembre
Ya están maduras.
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El Hijo de la Virgen
No tiene cuna;
Su padre es carpintero
Y le hará una.
Siempre la piedad fue un atributo de las tierras de la jota. Sin ella
prevalecen la esterilidad y la desconfianza. De ahí que repitieran en
comarcas como la de Aguilar de Codés: «Delante del rezador, no pongas tu
«QUE AL RIO VAS A BEBER ... »
Las tierras del Ebro mantuvieron una sintonía perfecta entre piedad y vida, trabajo y familia, servicio y humor, que terminaba haciéndose canción:
Las borrasquillas de abril
son como el agua bendita;
que las manda el Creador
para que salga la espiga.
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Mayo es el mes de María
las flores su bendición;
y Dios los vientos envía
para dar la granazón.
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En la puerta de un molino
me puse a considerar
las vueltas que ha dado el mundo
y las muchas que dará.
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Mi vecina la Rolliza,
mujer de mucho aparato
se come la longaniza
y le echa la culpa al gato.
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Cuando llega el mes de junio,
Dios nos concede licencia
para poder ya segar
en sus campos la cosecha.
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Por la voluntad divina
que campo y vida mantiene,
recogemos nuestro grano
con el sudor de la frente.
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A la una se levanta,
a las dos ya está vestida,
a las tres se desayuna
y a las cuatro se va a misa.
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El salero de la sal
lo ponen sobre la mesa
el que quiere tomar toma,
y el que no quiere lo deja.
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Con sus jotas, pan y vino,
buena guindilla y un real,
pasa un navarro el servicio
lo mismo que un general.
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Ay qué mala cara pone
la tronada por Ujué;
así la pone mi madre
cuando yo le pido el pre.
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De la Montaña bajaste
con abarcas y gorguera;
cuando vuelvas a subir,
zapato y media de seda.
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Pajarito lisonjero
que al río vas a beber;
ya se ha secado la rama
que te solías poner.
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Hasta para cantar su amor vivirá en estos hombres su fe profunda:
De los siete sacramentos
el primero es el bautismo;
ya sé que estás bautizada
podrás casarte conmigo.
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Segundo, confirmación:
ya sé que estás confirmada;
que te confirmó el Obispo
la hermosura de tu alma.
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El tercero, penitencia;
penitencia a mí me han dado:
que te vaya a visitar
cuando esté tu amigo al lado.
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El cuarto la Comunión:
recíbela con anhelo;
si estás en gracia de Dios,
seguro tendrás el Cielo.
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El quinto, la extrema unción;
extremo es lo que te quiero;
ni de día ni de noche
te aparto del pensamiento.
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El sexto, sacerdotal;
es orden que de ti espero,
que ante el altar de la Iglesia
me pregunte si te quiero.
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El séptimo, matrimonio;
eso vengo yo a buscar;
si eres firme en el querer,
contigo me he de casar.
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Así iban formando fe, alegría y amor, el canto de una vida fecunda.
«A AGUILAR HE DE SUBIR ... »
Las viviendas más íntimas, sentimentales o humorísticas, han ido aflorando
espontáneas en estas tierras de la jota, a lo largo de generaciones:
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Cuando yo me eche una novia
tiene que ser de Corella:
y que me ponga de taco
ajos y alubias con pella.
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Bajé de Corella a Alfaro
y me perdí en el camino;
la culpa no tuve yo,
la culpa la tuvo el vino.
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Nunca sé cuando te veo
con ese vestido azul,
si es que tú vas como el cielo
o el cielo va como tú.
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En lo blanco de tu cuello
una hermosa Virgen ví;
si quieres un ermitaño
aquí me tienes a mí.
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Cada vez me gusta más
la gracia de esta morena;
bien le prestaría un pan
aunque no me lo volviera.
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Entra, morena, por uvas
a la viña de mi abuelo;
y si no quieres entrar,
yo te sacaré un buen cesto.
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Anda, ve y dile a tu madre
que no quieres ser cigüeña;
y que te alargue la falda
o que te corte las piernas.
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Sin saber cómo ni cuándo
se me ha metido en el alma
un amor que no era fuego
ni era viento ni era llama.
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Cuando paso por tu puerta .
suelo hacerme el distraído;
y después que ya he pasado
vuelvo los ojos y miro.
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Con ese delantal blanco
marchas publicando guerra;
y yo, como buen soldado,
siento plaza en tu bandera.
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A Aguilar he de subir
aunque me hiele de frío
por ver si puedo bajar
con novia a Torres del Río.
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Más vale el garbo y el talle
que tienen algunas mozas,
que todos los intereses
que tienen los padres de otras.
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Vamos a adorar la Cruz
para ganar Jubileo;
hoy también adoraría
la que llevas en el cuello.
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Con gracia te vas criando
como la espiga del trigo;
mientras te estoy esperando
para casarme contigo.
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Era la mejor cordera,
se crió junto a su madre;
si no me la quita Dios,
no me la ha de quitar nadie.
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Detrás de ti, prenda mía,
siempre mis ojos irán
como el soldado de Flandes
detrás de su capitán.
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A la salida de Misa
me miraste y te miré;
una cadena me echaste
y prisionero quedé.
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Cuántos hay que te dirán:
salada, por ti me muero;
y aunque no te digo nada
yo soy el que más te quiero.
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Dos velas tengo encendidas
en el altar de mi alma;
y en él he puesto una imagen
que tiene tu misma cara.
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Tengo reparo y me callo,
tengo amor y no lo digo;
y no sé cómo decirte,
¿te quieres casar conmigo?
Ritmo y canto, jota alta o jota baja, en Aguilar de Codés o en Corella la bella, son estrofas entrañables que ofrecen siempre un corazón abierto.
En la víspera de la fiesta grande, las rondas de las rondallas desgranaban sus estrofas, como antes habían desgranado las cuentas de su Rosario. Y no sin aplicaciones audaces, inspiradas en la misma fiesta:
Con estos tus rizos rubios
que te cuelgan por la frente,
pareces campana de oro
que va llamando a la gente.
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Mi Navarra, sol de soles,
es tu cara una custodia;
y tus ojos la escalera
para subir a la gloria.
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Te comparo con la luna
con el sol y los luceros;
y si no fuera pecado,
con la Reina de los Cielos.
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Morena tiene que ser
la tierra para ser buena;
y la mujer para el hombre
blanca como la azucena.
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Eres rubia como el trigo
escogido grano a grano;
eres la espiga más fina
que mis ojos han mirado.
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Morena tiene que ser
la tierra para el sarmiento;
y la mujer para el hombre
viva como el pensamiento.
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Para cuándo son tus rayos,
mi navarrica morena;
para cuándo son los rayos,
sino para cuando truena.
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Anda diciendo tu madre
que no la dejo dormir;
dentro de su casa tiene
la que no me deja a mí.
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Tiene más sal mi morena,
que un torero toreando,
que un cura diciendo misa
y un obispo confirmando.
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Ni contigo ni sin ti
tienen mis penas remedio;
contigo, porque me matas,
y sin ti, porque me muero.
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Yo pensé que era la luna
la que estaba en el balcón;
y salió la capitana
de Navarra y Aragón.
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Ahora tú estás en la cama
bien abrigada y caliente;
y yo por estas esquinas,
pegando diente con diente.
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Es tan grande, prenda mía,
el cariño que te tengo,
que si te encuentro en la calle
te voy a hablar y no puedo.
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Ven que te diga al oído
las cosas que me suceden;
estoy enfermo del alma
y el médico no lo entiende.
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Junto a la cuesta del pueblo
Voy a plantarte rosales;
Para que al ir a la Virgen
Tengas rosas que cortarle.
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A las orillas del Ebro
me prometiste ser fiel;
y el río que te conoce,
murmura y no se por qué.
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Tienes los ojos azules,
tienes rubios los cabellos
y en todo tú te pareces
a los ángeles del cielo.
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Tu lo tienes, navarrica,
el remedio de mi mal;
tú lo tienes, tú lo tienes,
y no me lo quieres dar.
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La pena de un ciego es grande
que no ve por dónde va;
pero es más grande la mía
que no sé tu voluntad.
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Por querer dos rosas finas
en un zarzal se metió;
y todo lleno de espinas
i qué malherido salió!
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Cuando la flor es pequeña
más fina tiene el olor;
por eso a mí me enamora
una pequeñica flor.
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Vamos a la cama,, mozos,
que las estrellas van altas
y la luz del día viene
anunciando la mañana.
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LA RONDA DE LOS OFICIOS
Un poco a modo de caricaturas con intención en el antiguo carnaval, se repitió durante generaciones esta ingeniosa ronda de los oficios titulada «El diablo viene por todos».
Hoy en los mismos infiernos
ha habido pronunciamiento
y los demonios pretenden
formar un gran regimiento.
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Hay sastres que al hacer trajes
cortan sin duelo y temor;
de cinco varas de paño
guardan tres y entregan dos.
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El diablo quiere llevar
a todos los zapateros
que por suelas a las botas
echan cartones sobreros.
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Por beber mucho el domingo
y no trabajar los lunes,
pobre de mí, pobre de mí,
al infierno voy a ir.
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A escribientes y escritores
que el diablo no se los lleve,
son libres para escribir
y lo que escriben se lee.
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Aquella es tierra caliente
y el viaje qué poco cuesta
para escritor y escribiente
no encuentro tierra como ésta.
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A todos los taberneros
los llevará el diablo indigno
porque sin usar estola
bautizan el mejor vino.
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A los caros albañiles
el diablo los va a llevar
y lucirán el salón
que tienen para bailar.
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El diablo se va a llevar
al pícaro carpintero
que con hacer un «ris ras»
gana demasiado dinero.
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Hile bien el tejedor
y así nunca bajará ,
con el de las uñas largas
para armar allí el telar.
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Sin frío siempre los sastres,
trabajan junto al brasero,
que el diablo no les arrastre
y se los lleve al infierno.
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Van muchos alpargateros
al infierno como ratas;
que como allí nunca llueve,
todos gastan alpargatas.
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Algunos alpargateros
al infierno bajarán,
hasta con cáñamo y pita,
soñando cuartos ganar.
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A ciertos afiladores
el diablo quiere alcanzar
y aunque sin rueda los lleve
bien que los han de amolar.
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Si en el infierno cayeras,
afilador, amolachín,
tanto como has afilado,
más te afilarán a ti.
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Mira el infierno que aguarda,
esquilador o barbero,
que sin navaja o tijera
pueden arreglarte el pelo.
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Esquilador y barbero,
¡ay! qué placer, ¡ay! qué primor,
qué buen barbero es el diablo
cuando afeita sin jabón.
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El diablo a los periodistas
los lleva por imprudentes,
porque hoy dicen una cosa
y mañana la desmienten.
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Con las mujeres torcidas,
el diablo se las ve mal;
para poder sujetarlas
a todas tendrá que atar.
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A impresores y editores
el diablo los logrará
por lo que ponen de menos
y lo que ponen de más.
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Molineros de la tolva
el diablo quiere llevar;
cuando sale el trigo caro,
sisan celemín de más.
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A pintores y escultores
el diablo los llevará
porque tienen los modelos
«de la gente que hay allá».
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Y los ciegos embusteros,
que cantan lo que no ven,
para que den un concierto
al infierno van también.
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Tenga el ciego verdadero
que nunca hizo daño a nadie,
un buen vino de Navarra
y un salón para dar baile.
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Con todos el diablo puede,
quiere llevarlos con él;
menos con muchos herreros
que son más diablos que él.
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El diablo busca sogueros,
con sus sogas y cordeles
que hacen falta en el infierno
para atar a las mujeres.
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Con todos los usureros
hará el diablo un buen enjambre,
porque nada les importa
ver morir al pobre de hambre.
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Usurero despiadado,
pobre de ti, pobre de ti,
¿de qué te sirve la usura,
si al infierno vas a ir?
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Al buen labrador el diablo
nunca lo puede llevar;
a costa del labrador
todos comemos el pan.
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Tu vida a Dios siempre agrada,
labrador, buen labrador,
que hasta los pájares comen
a costa de tu sudor.
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El autor de estas letrillas
es un noble riojanito;
si queréis saber quién es,
le llaman el Templadito.
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Y muchos años después,
por su alegría y desgarro,
vuelven de «Jota y Romance»
con un amigo navarro.
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Así se repitió en popular literatura de caña y vino esta ronda de los oficios a orillas del Ebro.
«CANTE EL CIELO DE CONTENTO»
Cuaresma ha sido siempre el tiempo de profundización personal y de «examen de catecismo» fundamental vivido plenamente.
Con frecuencia, en esta pedagogía, que abarca desde el niño al adulto, se ha utilizado secularmente el canto y el verso, de clara aurora y honda doctrina, como en esta evocación de los Sacramentos:
Cante el cielo de contento,
La tierra de regocijo;
Gloria al Espíritu Santo
Gracias al Padre y al Hijo.
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Debemos darle las gracias,
Por la merced que nos hizo,
De los siete Sacramentos,
el primero es el Bautismo.
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Segundo, Confirmación,
Para el Espíritu ungirnos.
Como atletas de la Fe,
Como soldados de Cristo.
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El tercero, Penitencia,
Del pecado cometido;
Y el hombre cuando confiesa,
Vaya bien arrepentido,
Diciendo: Señor pequé
Contra Ti y en Ti confío.
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El cuarto, la Comunión,
Especies de pan y vino;
Bien podían los cristianos
Confesar cada domingo,
Y recibir cada día
El Sacramento divino.
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El quinto la Extremaunción
Cuando el hombre, despedido
De las cosas de este mundo,
Sólo llama a Jesucristo.
¿Pues a quién ha de llamar,
Viéndose en tanto peligro,
Sino a Cristo y a su Madre,
Sino a su Madre y a Cristo?
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. El sexto es el Sacerdocio,
Que con sus palabras cinco
Hace bajar de los Cielos
A Dios y Hombre Jesucristo.
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El séptimo, Matrimonio;
Alto misterio escogido;
Si los dos se unieren bien,
Tendrán igual Paraíso;
Y si no se unen bien
Tendrán un Infierno mismo.
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Cristianos, que estáis atentos,
Oíd bien lo que os digo:
Estos siete Sacramentos
Tienen origen divino.
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Con estrofas y modos similares, de generación en generación, la pedagogía cuaresmal renueva en cada alma todo el contenido de la teología y de la vida en Cristo. Y es preciso aprovechar este tiempo de salvación.
«CAMINO DE LA BARDENA»
La jota se cantaba siempre con todo el alma, aunque nadie estuviese escuchando:
Camino de la Bardena
es parecido al de Roma;
a los viejos los remata
y a los jóvenes los doma.
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Hace tiempo para hablarte
hiciera yo un desatino;
hoy para no tropezarte
me voy por otro camino.
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Al pie de una cruz bendita
hicimos un juramento;
tu lo olvidaste enseguida
y yo siempre lo recuerdo.
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Yo me arrimé a un pino verde
por ver si me consolaba;
como era verde aquel pino
por verme llorar, lloraba.
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Anda diciendo tu madre
que eres tú mejor que yo;
en qué libro lo ha leído
o qué noche lo soñó.
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Anda diciendo tu padre
de mi honra no sé qué:
eso es enturbiar el agua
que a! fin tendrá que beber.
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Eres bonita por fuera,
y por dentro Dios lo sabe;
eres un arca cerrada
que se ha perdido la llave.
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De qué te sirve tener
esa cara tan hermosa
si tiene tu corazón
más espinas que una rosa.
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Aunque vayas y te laves
en el agua del romero,
no quitarás el olor
de los amores primeros.
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Yo me confié a un amigo
por ver si me consolaba,
y el amigo estaba enfermo
del mismo mal que yo estaba.
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Por la Virgen de Mendía
Que conmigo tu verás
Vuelve pronto, vida mía,
Porque ya no puedo más.
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Aunque ahora me desprecies,
Para ti un tiempo fui bueno;
Calla tú y callaré yo,
Y así los dos callaremos.
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Del jardín de tu hermosura
era jardinero yo;
dejaste la verja abierta
y otro jardinero entró.
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De tus palabras de amor
era testigo la luna;
y cada vez que la miro
me parece que se burla.
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Si oyes tocar las campanas,
no preguntes quién ha muerto;
porque a ti te lo dirá
tu propio remordimiento.
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Siempre te estoy predicando
como un padre misionero;
y no he podido traerte
al camino verdadero.
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De un tronco duro de olivo
hicieron un San Ramón
y de la misma madera
hicieron tu corazón.
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El querer que me tenías
en una rama quedó;
y llegó un viento un mal día
y la rama se llevó.
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Una moza me dio el sí
y otra me dio el no;
la del sí quería ella;
la del no, quería yo.
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Ya se me ha acabado a mí
ir a misa y allí verte;
no te echo la culpa a ti;
la echo a mi mala suerte.
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Eres como la veleta
que está encima de la torre;
viene un viento y otro viento
y a todos les correspondes.
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Dos pájaros una moza
quiso coger una vez;
y se quedó sin ninguno,
mira si le estuvo bien.
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Yo comí de la retama
y de la flor del romero
mi bocado más amargo
que olvidé el amor primero.
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El hombre que nace feo
que se casa y no es querido,
que se muere y se condena,
vaya juerga se ha corrido.
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Entre Aragón y Navarra
están haciendo un canal
se ha de convertir en oro
la tierra que ha de regar.
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Cebada cogimos poca
y trigo bastante menos;
siga la trampa adelante,
con el maíz pagaremos.
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«CARRICO DE CUATRO RUEDAS»
Mirando al cielo estrellado durante los rasgueos introductorios de la guitarra, hasta sus constelaciones y figuras, como la del carro, servían de inspiración a los rondadores y sus jotas «nocheras»:
Porque mis cartas no ves
piensas que de ti me olvido;
y en lo más hondo del pecho
todo el día yo te escribo.
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Lo mismo es decirme a mí
que no te tenga cariño
que decirle a San Antonio
que se vaya y deje al Niño.
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Desde que te vi, me dije
que primero faltaría
la Misa mayor en Roma
que tú dejar de ser mía.
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Todo el mundo contra mí,
morena, porque te quiero;
todo el mundo contra mí
y yo contra el mundo entero.
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Nunca verás con la lluvia
que verde hiedra se seque;
cómo quieres que yo olvide
a quien he querido siempre.
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Primero faltará el vino
para la Misa Mayor,
que te falte la palabra
que de mi pecho salió.
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Aunque a puñaladas muera
y a tiros me den la Unción,
he de hablar con mi morena
siempre que tenga ocasión.
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Aunque hoy no saliera el sol,
para mí ha de ser buen día;
porque he visto esta mañana
la prenda que más quería.
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Dame tu sangre, navarra,
que yo te dará la mía;
y haremos una contrata
que dure toda la vida.
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Muchos me han aconsejado
que dejara tu amistad;
y yo les he preguntado
si era envidia o caridad.
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Me puse a rezar un Credo
para ver si te olvidaba;
mas presente te tenía
cuanto más ausente estabas.
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Carrico de cuatro ruedas
de estrellas sobre el tejado,
despierta a esa doncellica
que tiene el sueño pesado.
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Por tu calle voy entrando,
me han dicho que no hay salida;
yo la tengo que encontrar
aunque me cueste la vida.
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Cuando Dios creó los cielos
le sobraron dos estrellas:
y las ha puesto en tu cara
para alumbrarme con ellas.
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Aquel clavel que me diste
el día de la Ascensión.
no era un clavel que fue un clavo
que me llegó al corazón.
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Dónde estarán las estrellas
cuando está el cielo nublado;
dónde estará mi morena
que tiene el balcón cerrado.
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Con esas enredaderas
que tienes en el balcón,
siempre que paso y las miro
se me alegra el corazón.
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La luna se va a encender
y a mí no me importa nada;
la luna que a mí me alumbra
está en aquella ventana.
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Aunque tengas más amores
que flores tiene un almendro,
ninguno te ha de querer
como yo te estoy queriendo.
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El marco de tu ventana
todo está envuelto de estrellas;
y cuando te asomas tú,
sale el sol y se van ellas.
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Mi novia me dio una rosa
y su madre la miró:
más colorada se puso
que la rosa que me dio.
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Para todos en el mundo
sale el sol por la mañana;
a mí me sale de noche,
cuando ella está en la ventana.
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«LOS OLMOS DE LA RIBERA»
En cada escena de la vida surge la estrofa vibrante de la misma tierra:
Ya me han dicho que te vas
a la Ribera, bien mío;
cuidado no bebas agua
de la fuente del olvido.
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Ya se acabaron las bromas
y entra la formalidad;
si me quieres, yo te quiero;
vamos a hablar de verdad.
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Yo te quiero y tú me quieres,
nuestro amor no ofende a Dios;
si tú quieres y yo quiero
no hay estorbo entre los dos.
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Dicen que la ausencia mata,
y digo que no es así;
que si la ausencia matara,
me habría matado a mí.
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Aunque con otras me veas
no tengas celos de mí;
todas me parecen feas
cuando me acuerdo de ti.
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Eres hermosa, mi amor,
no quiero que hables con nadie;
sólo con tu confesor,
con tu padre y con tu madre.
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El anillo de tu dedo
lo he soñado y me enamora;
cuándo querrá Dios del cielo
que en la iglesia te lo ponga.
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Mi ribereña juncal,
el amor que yo te tengo
es tan hondo como el mar
y tan largo como el Ebro.
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Cuando hay dos que bien se quieren
y se encuentran en la calle,
se hacen los desentendidos
por que no se entere nadie.
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Si me muero antes que tú,
le he de pedir a San Pedro
que me deje un ventanal
para verte desde el Cielo.
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Aunque tus padres te pongan
en un castillo de bronce,
yo te tengo de sacar
amonestada una noche.
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Los olmos de la Ribera
unidos de siete en siete
no tendrán tanta firmeza
como yo para quererte.
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A un monasterio subí,
me confesé con un santo;
y me echó de penitencia
que no te quisiera tanto.
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Una mañana de fiesta
te puse comparación
con la luz que siempre vela
cuando la Misa Mayor.
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-Asómate a la ventana.
-No, que me puedo caer.
-Déjate. caer, salada,
que yo te recogeré.
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A San José pido el ramo,
a San Francisco el cordón,
a Santa Rita sus rosas,
y a ti todo el corazón.
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Tengo ya más pasos dados
ante tu puerta, salada,
que el mismo apóstol San Pablo
cuando por el mundo andaba.
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En un caballo de caña
con estribos de papel
me atrevo a correr España
si me ayuda tu querer.
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Morena, no te enamores
del que viene de muy lejos;
porque en volviendo a su tierra
si te he visto no me acuerdo.
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Cuando se quiere de veras
no se mira el qué dirán;
el que sabe su camino
no vuelve la vista atrás.
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«CASCANTE SE HIZO CIUDAD ... »
Cascante, «municipium véterum latinorum», ya batía moneda en tiempos del emperador Tiberio. Y será tenido por Muy Noble y Muy Leal con voz y voto en las Cortes del Reino de Navarra.
Desde 1633 ostenta el título de Ciudad, sin importarle que para ello tuviera que contribuir al erario público con 10.000 ducados de plata. Esta generosidad, al igual que las demás vivencias familiares quedaría reflejada en las estrofas del pueblo:
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El tiempo y el desengaño
son dos amigos leales;
que despiertan al que duerme
y enseñan al que no sabe.
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Al paño bueno en la tienda
una mancha le cayó;
y se vende como saldo,
porque perdió su valor.
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No hay amor como el primero
que tan pronto llene el alma;
el segundo ya no es tanto
y el tercero ya no es nada.
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Si piensas que por tu cara
mi corazón se deshoja,
no pongo yo mi cuchara
en el plato que otro moja.
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El hombre, para ser hombre,
ha de detener tres partidas:
hacer mucho y hablar poco,
y no alabarse en su vida.
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Nadie diga en este mundo
de este agua no beberé;
pues por muy turbia que baje,
le puede apretar la sed.
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Más mata una mala lengua;
que las manos del verdugo;
el verdugo mata a un hombre
y la mala lengua a muchos.
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Te entonará nuestro vino
Para que no desentones
Al cantar la alegre jota
Flor de España y sus canciones.
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Cuando vayas tú por novia
búscatela entre semana;
porque en llegando el domingo.
la menos limpia se lava.
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No quieras buscar mujer
en tiendas de fantasía
sino en casa de su madre
y con la ropa del día.
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El amor de los amores
es el amor de la madre;
amor que no miente nunca,
amor que no compra nadie.
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Ningún hijo tenga pena
mientras le viva su madre;
que sabrá pedir limosna
para que el pan no le falte.
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Quien tiene madre y se queja
no debe escucharle nadie;
que no hay pena sin consuelo
para aquel que tiene madre.
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El cielo de mi Navarra
está vestido de azul;
y todas las navarricas
llevan la sal de Jesús.
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Siempre mira, siempre calla,
siempre las gracias darás;
nunca pidas, nunca debas,
nunca a nadie le hagas mal.
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Yo conozco a una mocica
de mucha formalidad:
que me dijo «hasta mañana»
y ya no la he visto más.
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Amar es el purgatorio;
ser correspondido, el cielo;
el no haber amado, el limbo;
dejar de amar el infierno.
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Algunos enamorados
piensan y no piensan bien;
piensan que nadie los mira,
y todo el mundo los ve.
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Por los años mil seiscientos
Cascante se hizo ciudad;
todos bailan de contentos;
al pagar, me lo dirán.
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Por mucho amor que me tengas,
no me toques ni la cara;
porque soy como Pamplona
defendida de murallas.
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La Virgen del Puy de Estella
le dijo a la del Pilar:
si tú eres aragonesa,
yo soy navarra y con sal.
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De color de sangre y oro
es la bandera de España:
no hay sangre para vencerla
ni hay oro para comprarla.
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Si quieres que yo te cante
la grandeza de mi amor,
pídele a Dios que me ponga
mi boca en mi corazón.
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«AUNQUE ME LLEVEN A ARGEL»
Sin olvidar nunca a los suyos y firmes en su fe, los soldados marchan con decisión a exponer su vida por la Patria, desde «el Castillo de Pamplona~ a los Castillos de Orán; al modo del pamplonés Martín Cruzat en el siglo XVI o del ribereño Pasquier y Eguaras, en 1636 persiguiendo y haciendo huir naves piratas de Holanda.
Los quintos se van mañana,
se llevan los escogidos;
y las mocitas se quedan
con los que el Rey no ha querido.
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Si por querer a un paisano,
olvidas a un militar,
hazte cuenta que has cambiado
oro fino por metal.
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La infantería española
por lo brava y lo gentil,
en combate y en amores
sabe el triunfo conseguir.
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Cantando pasan los quintos
con guitarra y pandereta;
cuanto más alegres pasan,
más triste su gente queda.
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Adiós, padre, adiós, madre,
adiós, mi iglesia, adiós, pueblo;
me voy a servi al Rey
todos los meses que debo.
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Mañana me voy soldado
donde ha tocado la suerte;
no me importa ir al cuartel
pero sí dejar de verte.
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El que al oír viva España
con un viva no responde,
si es hombre no es español
y si es español no es hombre.
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Ya se van los quintos, madre,
ya se va mi corazón:
ya se va quien me tiraba
piedrecicas al balcón.
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Ya se van los quintos, madre
ya se van los buenos mozos;
por eso algunas mocitas
tienen los ojos llorosos.
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Ya se van los quintos, madre,
ya se va mi corazón;
la Virgen Santa María
les eche su bendición.
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A los castillos de Orán
me llevan porque te olvide;
aunque me lleven a Argel
olvidarte es imposible.
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De las barbas del sultán
hemos de hacer una escoba,
para barrer los cuarteles
de las tropas españolas.
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Toda la mar han llenado
las navíos holandeses;
y el castillo de Pamplona
navarros y aragoneses.
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Soy un soldado del Rey
aquí llevo mi registro;
y si muero en la batalla
muero con la fe de Cristo.
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Se me ha puesto en la cabeza
que te tengo que querer;
aunque vengan más contrarios
que moros hay en Argel.
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Los suspiros de un cautivo
no pueden llegar a España;
porque está la mar por medio
y se ahogan en el agua.
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Morenita resalada,
no vayas a la arboleda;
que si te encuentran los moros,
te llevarán prisionera.
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Una fragata argelina
a mi amor lo cautivó;
aunque me cueste la vida
he de rescatarlo yo.
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Ocho meses me tuvieron
en un arsenal de Argel;
sacando agua con noria
para no morir de sed.
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Tus ojos me cautivaron
mi navarra, noble y fiel;
tus ojos me tienen preso,
que no los moros de Argel.
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«SI TE PREGUNTAN QUIEN VIVE» ...
Soldados y Maestres de campo, tercios y regimientos llevaban un mismo corazón como el tafallés Juan Carlos Arbizu en Africa y su Goleta frente a los turcos; un corazón capaz de hacer de un labrador de Idocin un capitán general, Espoz y Mina:
Cuando me marché a la guerra,
dos besos al aire di;
uno fue para mi tierra
y el otro fue para ti.
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A Morería nos llevan
y allí pronto he de morir;
no me han de matar las balas,
sino estar lejos de ti.
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Tres fincas de las más grandes
tiene cualquier militar:
calabozo y cementerio,
la mejor, el hospital.
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Si te casas con sargento
todo el día lo tendrás:
Compañía por el centro,
vista a la derecha, mar.
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Si te preguntan quién vive,
responde sin esperar:
Cazadores de Montaña,
de los que llevan la sal.
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Si quieres vivir alegre
cásate con un corneta;
por la mañana, la diana;
y por la noche, retreta.
-----------
Si te preguntan quién vive,
responde con alegría:
Cazadores de Montaña
la primera Compañía.
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Napoleón mandó un cabo
a pedirle a Dios España;
y le respondió Santiago:
quiere que le rompa el alma.
---------------
El comer poco es salud,
siempre lo dijo un refrán;
los soldados en Argel
qué buena salud tendrán.
---------------
Artillería es el oro,
Caballería la plata;
los mozos de Infantería
para las más resaladas.
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Si te corteja un soldado,
salada, no sean tonta;
porque a los mejores mozos
los eligen para tropa.
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Arriba, caballo bueno,
sácame de este barranco
que me vienen persiguiendo
los de los sombreros blancos.
---------------
- Qué llevarás hasta Argel,
mi soldado de Navarra?
-Llevo las armas del rey
y el corazón de 'una guapa.
----------------
Arriba, caballo bueno,
sácame de este arenal;
que me vienen persiguiendo
los del Aguila Imperial.
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Si quieres vivir a gusto,
casa con guardia civil;
de Pamplona a Zaragoza,
de Zaragoza a Madrid.
------------
Viva la Guardia Civil
con todo su correaje;
hasta las más señoritas
se enamoran de ese traje.
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La bala que a mí me hirió
también rozó al comandante;
a él le hicieron coronel,
yo tan soldado como antes.
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Cuándo llegará aquel día
con mi licencia galana,
que el sargento diga: firmes;
y yo: no me da la gana.
------------------
Viva la media naranja,
viva la naranja entera;
viva la Guardia Civil
que va por la carretera.
------------------
-Que es aquello que reluce
por aquellos romerales?
-Será la Guardia Civil
persiguiendo criminales.
---------------
No llores, guapa, no llores,
porque a la guerra me manden;
que te dejo el corazón
para que nadie lo mate.
--------------
Montejurra, Montejurra,
quién te ha visto y quién te ve;
ayer boinas coloradas,
hoy los gorros de cuartel.
-----------------
Al pie de Sierra Bullones
una morita decía;
si me queréis, españoles,
reniego de morería.
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Los sargentos para mí,
los cabos para mi hermana;
y los soldados más torpes
ésos para mi cuñada.
--------------
Defendiendo mi bandera
luché como buen soldado;
y los rezos de mi madre
de la muerte me han salvado.
---------------
Dentro de mi corazón
he guardado un relicario;
y el relicario tengo
en el corazón un soldado.
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Una hermosa costumbre surgirá, al finalizar la semana escolar. Después de la plegaria de despedida al Crucifijo y a la imagen de la Virgen que presiden la clase, concluye la tarea semanal con un saludo ante la bandera de la Patria. Una de sus letras, con la melodía popular de la Marcha Real Española, constituye como el Himno Nacional de Hispanidad:
Viva España,
Unida desde el alba
En el gran quehacer
Destino de español:
Veinte naciones
En un mismo ser,
Para llevar al orbe
Fe, hidalguía y sol.
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Roja y gualda,
Bandera de la Patria,
Heroísmo y Fe
Te hicieron inmortal.
Alta tu historia,
Por siglos ya fue,
Hoy su vanguardia y gloria
Son nuestro ideal.
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Aunque el Himno Nacional español nunca tuvo letra oficial, diversas estrofas, tanto religiosas como cívicas, han contribuido a lo largo de los siglos a llenar de contenido las notas vibrantes de la Marcha representativa de España. Y es un acierto que las nuevas generaciones vivan como las anteriores su vinculación radical con las naciones de ultramar, hermanas en lengua, sangre y Fe.
«TENGO
UN VESTIDO EN EL ARCA»
En las tierras de la jota no sólo canta el hombre. Frecuentemente le supera la mujer en valentía y gracia.
A los mozos presumidos
los tengo que comparar
con el reloj de Pamplona
de sol, que apunta y no da.
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Siempre dices que me quieres,
y nunca me has dado pruebas;
también quiere el cauce al río
y lo arrastra por las piedras.
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Algunas tienen los novios
como platos del vasar,
que en rompiéndoseles uno
ponen otro en su lugar.
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A mi puerta vienes tarde
y te quieres ir temprano;
mira que a mí no me gustan
visitas de cirujano.
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Al principio de quererte
con el amor no veía;
ya se me cayó la venda
que en mis ojos yo tenía.
--------------------
Ayer me subí a la torre
y me dijo la veleta
que algunos mozos de aquí
no valen media peseta.
-------------
Aunque soy
pobre, no quiero
agua de ninguna fuente,
mientras no la vea clara
y conozca su corriente.
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En el cielo manda Dios,
en el concejo el alcalde,
en la iglesia manda el cura
y en mí,
mi padre y mi madre.
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Ya había entrado la noche,
qué negra noche sería,
que entregué mi corazón
a quien no lo merecía.
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En el vestir y el calzar
voy a gusto de mis padres;
en irme monja o casar,
a mi gusto y no al de nadie.
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Corta una
rama de roble
y tírala a mi tejado;
cuando la rama eche flores
podré yo darte mi mano.
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A mi corazón le digo
que se alegre y se divierta;
que si tu no le has querido,
no faltará
quien le quiera.
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Tu amor atraerme pudo;
ahora ya no te quiero;
porque encontré un aguilucho
que sube más en su vuelo.
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Ya sé que tu madre busca
una reina para ti;
anda, ve y dile a tu madre
que la reina está en Madrid.
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Alto lo
quiero y buen mozo
cariñoso y
con talento
que los hombres pequeñitos
tienen malos pensamientos.
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Me quisiste y me dejaste
y me vuelves a querer;
zapatos
que yo retiro
no me los
vuelvo a poner.
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Mis amores
me dejaron,
los
motivos no los sé;
piensan
que me han hecho daño,
lo que me
han hecho es un bien.
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Siempre a
mí me gustaría
ver y
hablar a quien me entiende,
olvidar a
quien me olvida,
y querer a
quien me quiere.
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Si crees
que yo en ti pienso,
ni pienso
ni lo imagino;
por otra
acequia más honda
viene el
agua a mi molino.
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No te fies
de mujeres,
yo soy
mujer y lo digo:
que una
mujer engañó
al primer
hombre que ha habido.
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No digas
que yo te quise,
ni digas
que me has querido;
di que
sólo fue un capricho
que los
dos hemos tenido.
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Tengo un
vestido en el arca
que tiene
cuatro colores:
el temor y
la esperanza,
los celos
y los amores.
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Válgame
Dios de los cielos,
qué poca
suerte ha sido;
para todos sale el sol,
y para mí no ha salido.
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La piedad profunda que el cristiano debe vivir siempre, se manifestó a lo largo de los siglos popularmente a través de sus cantos al aire libre y en el hogar, especialmente durante algunos meses como los de octubre y mayo:
Si las aves estando en el suelo
No tuvieran alas, ¿podrían volar?
Los cristianos, a subir al Cielo,
La Virgen María les ayudará;
Qué felicidad
Ser la Madre de Dios su consuelo
Cuando van las almas a la eternidad.
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Cuando pases por el atrio,
Descúbrete y haz la Cruz;
Es el saludo de amor
A la Iglesia de Jesús.
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Las cuentas de mi Rosario,
Son balas de artillería,
Hacen temblar al infierno
Cuando digo Ave María.
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Las Ave Marías, besos;
Los Padrenuestros, abrazos;
El rosario de la vida
Cruz y triunfo terminaron.
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Si san. Pedro no negara
a Cristo, como negó,
Otro gallo le cantara
Mejor que el que le cantó.
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No llames amor perfecto
A los que la tierra cría;
Perfecto amor sólo hay uno:
Jesús, Hijo de María.
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Señora de navegantes,
Eres pequeña y bien hecha,
Libra a los hombres del mar,
Dales tu mano derecha.
No sigas camino oscuro;
Lo del Cielo es lo seguro;
Que lo que el mundo nos da
Pronto, al fin, su fin tendrá.
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Triste suerte es el nacer,
Después de nacer pecar,
Después de pecar morir,
Después de morir penar.
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Nunca cortes tu olivar,
Ni lo tengas mal cuidado;
Porque su aceite ilumina
A Jesús Sacramentado.
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Ya no soy quien ser solía
Pues mi Dios tanto me quiere,
No quiero más alegría
Que la que de El me viniere.
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Trigo blanco, trigo blanco,
Quién me diera tu color,
Para ser en el altar
El divino Pan de Amor.
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Verdaderamente, el canto popular religioso nace espontáneamente de una vida y un sentimiento, con los que el mismo Creador enriqueció al hombre. Por ello es universal y florece en todos los pueblos.
«EN EL CIELO HAY CINCO FUENTES* ...
Buscaban en todas las cosas a Dios con paz. Le miraban como padre en íntimo diálogo y confianza. Al vivir así sencillamente, en estado de oración, su plegaria se hacía estrofa radiante:
Por la puerta de la iglesia,
Pasan los mozos rondando;
Y le echan una canción
A la Virgen del Rosario.
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Hasta con sus mismos ojos
El que muere está diciendo:
Si es hombre sin fe, «hasta nunca»;
Si es hombre de fe, «hasta luego».
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Nunca olvidaré la cuesta
Del calvario de mi pueblo,
Siguiendo la cruz de Cristo
Dios y Hombre verdadero.
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Cuando tocan las campanas
A acompañar los que mueren,
También tocan por los vivos
Para que de ellos se acuerden.
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Yo no la temo a la muerte
Aunque la encuentre en la calle;
Que sin licencia de Dios,
La muerte no mata a nadie.
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Desde el día en que nacemos
A la muerte caminamos;
No hay cosa que más se olvide,
Ni que más cerca tengamos.
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A la oración por las almas
Nadie le cierre su puerta;
Con decir «Dios te perdone»
Quedan las almas contentas.
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El que por hombre se tenga,
Que se acerque al cementerio;
Y verá lo que es el hombre
En un poco de terreno.
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El paso a la eternidad
Todos lo damos temblando;
Los malos por no ser buenos,
Los buenos por no ser santos.
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Considera, pecador,
Que si vives en pecado
Puedes entregarte al sueño
Y amanecer condenado.
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Nada es fijo en este mundo
Se acaban bienes y males;
Y la muerte en un segundo
Nos hace a todos iguales.
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Mira que te mira Dios,
Mira que te está mirando,
Mira que te has de morir,
Mira que no sabes cuándo.
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No dejaré obligación
Por gozar ningún placer;
Que no hay placer más feliz
Que cumplir con el deber.
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No envidio a las altas nubes,
Ni a las estrellas, ni al sol;
Porque más alto me suben
Las alas de la oración.
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A todos mis enemigos
Los trataré con amor,
Y les mostraré cariño,
Porque así lo manda Dios.
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-Santísimo Sacramento,
¿Dónde vas tan de mañana?
-A visitar a un enfermo
Que está sufriendo en la cama.
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En el cielo hay cinco fuentes,
Y todas manan perdón;
Porque son las cinco llagas
De Cristo Nuestro Señor.
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La campana de mi iglesia
Sí que me quiere de veras;
Se alegró cuando nací
Y llorará cuando muera.
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Todas las puertas del cielo
Las abre la caridad;
Nunca diré «Dios te ampare»
Si tuviera algo que dar.
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Triste estoy porque nací
Y alegre porque me muero;
La esperanza vence al fin
Y con ella yo iré al cielo.
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San José era carpintero,
Y la Virgen costurera;
Y el Niño hacía la cruz
Porque ha de morir en ella.
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Viernes Santo murió Cristo,
Domingo resucitó,
Y un jueves subió a los cielos,
El día de la Ascensión.
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«LOS DE QUIEN ALLI TOCABA ... »
Bordando labores y cantares, esperaban las jóvenes ilusionadamente
ideales y días de felicidad:
Dicen que mi novio es feo
que no le debo querer;
yo no le miro a la cara
sino a su buen proceder.
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Todos los hombres son unos
cuando van a pretender;
con cuatro palabras dulces
engañar a la mujer.
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Suenan en mi corazón
los golpes de una guitarra
pero más que los de ella
los de quien allí tocaba.
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Un suspiro me ha venido,
subiendo a Misa primera;
pero no lo he recibido
por no saber de quién era.
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Madre, cuando voy a Misa
a todos los santos rezo;
y ante la Virgen María
allí los ojos me dejo.
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Un suspiro me ha venido,
sabe Dios de quién será;
si es del uno, no lo quiero;
si es del otro vengan más.
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Me quisiste y me dejaste
y me vuelves a querer;
me subirás a los Cielos
y me dejarás caer.
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Me han quitado el ir a Misa,
me han quitado el confesar,
me han quitado que te quiera;
¿qué más me pueden quitar?
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Mozo majo y presumido,
no tengas ningún cuidado:
que me tienes tan segura
como el agua en el tejado.
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Si quieres que a ti te quiera,
has de querer a mi madre;
porque madre no hay más que una
y a ti te encontré en la calle.
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Una carta me mandaste
con una cintica azul;
no quiero carta ni cinta,
que quiero que vengas tú.
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Me tendrás que prometer
nunca faltar a mi madre;
que una madre no se encuentra
y a ti te encontré en la calle.
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No vengas a cortejarme
por la puerta del corral;
que a nadie quieren mis padres,
si no es por la principal.
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Si me caso y tengo suegra
bien la he de contemplar;
es madre de mi marido
que tanto costó criar.
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Que si mi boca es tan grade
o mi boca es pequeñica;
si no has de ser mi marido,
¿para qué tomas medida?
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Mucho quiero yo a mi madre,
mucho querré yo a mi suegra;
la que crió para mí
quien toda mi vida llena.
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San Pedro tiene las llaves,
las de Roma y las del Cielo;
y las de mi corazón
quien sea mi esposo bueno.
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¿Cuándo llegará aquél día
y aquella Misa Mayor,
cuando el cura leerá
«primera amonestación»?
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Mañana, a la misma hora,
pásate tú por aquí;
que me da mucha vergüenza
decir tan pronto que sí.
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¿Cuándo llegará aquel día
y aquella hora dichosa,
cuando el cura te dirá
si me quieres por esposa?
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Me dicen que no te quiera
que eres pequeño y mal mozo;
debajo de las estrellas
para mi gusto no hay otro.
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Madre mía, me casé,
y el Cielo me ha dado un hijo;
ahora empiezo a comprender
lo que mi madre me quiso.
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Si por quererte murmuran,
que venga murmuración;
si antes te quería mucho
ahora te quiero mejor.
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Ya te dije que a mi madre
la tienes que venerar;
así más yo te querré,
y así más tú me querrás.
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«ES LA JOTA BUENA MOZA ... »
A comienzos del siglo XX un gran trovero de las gentes del Ebro cantó «lo que debe ser la jota». Cambiaron sus modos de expresión, pero su hondo sentido permanece, diversamente expresado en las márgenes de ese gran río fecundo:
Las magras, para que gusten,
Es necesario comerlas
Con la bota o el porrón,
En el campo o la taberna.
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Pues a la jota le pasa
Lo mismo; se estropea
Si la baila un relamido,
En lugar de una moceta
Con faja roja y pañuelo
Y la carica tan tierna
Que dan ganas de arrearle
Dos bocados y comérsela.
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Yo conocí a una señora,
Al piano las horas muertas,
Cantando, según decía,
La jota de una manera
Tan rara, que no sé cómo
El juez no la metió presa.
Por supuesto que bien cara
Pagó su poca vergüenza;
Pues Nuestro Señor, sin duda
Cansado de oírla y verla,
Quiso para castigarla
Que se quedara soltera.
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Ni van de ronda los mozos
Por las calles y placetas
Entonando «La sonámbula~
O esas músicas tan lentas
Que por lo tristes y fúnebres
Hacen llorar a las piedras;
Ni un tenor con ictericia,
Ni una tiple con ronquera
Se echan a cantar la jota
Para lucirse con ella
Y añadirle gorgoritos;
Los gorgoritos se quedan
Para sólo bambalinas;
A la jota sana y buena
No le hacen falta postizos,
Perifollos ni apariencias.
La jota ... -y que se enteren
Aquellos que no lo sepan-
No es una señoritilla
Relamida y peripuesta,
De las que al sólo tocarlas
Se deslustran y desmedran.
Es la jota buena moza,
Gallarda, que se presenta
En todas partes y siempre
Con sencillez, con franqueza,
Sin miedo a que la critiquen
Ni a que la lleven en lenguas.
Que aunque fue toda su vida
Tan saltadora y resuelta,
Nunca lo fue hasta el extremo
De olvidar las conveniencias.
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No presume de leída
Ni de pelucas coquetas;
Por más de que con la gracia,
La intención y la agudeza
Que a ella le sobran, podría
Pasar por sabio cualquiera.
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Es decidida y burlona;
Y nunca ha estado sujeta,
Porque se crió a sus anchas
Tan indómita y tan suelta
Como una perdiz del campo
O un gorrión de canalera.
Es alegre, porque nunca
Estuvo mustia o enferma;
Ella nació al aire libre
Y el sol la ha vuelto morena,
Y le perfumó la sangre
El tomillo de la sierra,
Y el médico no ha tenido
Necesidad de ir a verla,
Ni probó más medicina.
Que el vino de la Ribera.
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Es audaz y precavida;
Va de frente sin reservas,
Porque le han hecho valiente
Los azares de la guerra;
Y sabe pedir justicia
Y sabe limpiar ofensas.
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Y es sufrida y resignada,
Brincadora y andariega,
Humilde y caritativa,
Fina, maciza y abierta;
Porque triunfar es su oficio,
Y ha traspasado fronteras,
Y ha recorrido los mares,
Y se ha sentado a la mesa
Junto al Rey, y en los frentes
Acompaña a la bandera;
Y ha subido al Pirineo
Y ha bajado hasta la huerta
Y ha bebido agua del Ebro;
Y desde siempre está puesta
Bajo el manto de la Virgen
Para aprender a ser buena,
Y con todos noble y franca,
Y consigo firme y recia.
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Ella da aliento a los suyos
Si el ánimo les flaquea;
Como hija de labradores
Nunca ha soñado grandezas;
Con ser pobre se conforma,
Pero de lejanas tierras
Príncipes y emperadores
Acuden a pretenderla..
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Cuando el corazón es poeta en los hombres del pueblo, se puede cantar con esta profundidad la esencia poética de la jota, como un manantial puro y suyo de filosofía y vida.
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